Hoy, tuve el privilegio de poder
asistir al teatro municipal de Santiago, a su primer concierto de la
temporada 2014, donde se interpretó la primera y la novena sinfonía
de Beethoven, esta última, llamada “Coral”.
La había ido a ver un par de veces
antes... La primera, un concierto gratuito en la Estación Mapocho.
Nunca había visto, y no he vuelto a ver, la gran cantidad de gente
que se aglomeró, sólo para escuchar al gran Ludwig. La otra
ocasión, en la Universidad de Santiago de Chile, en el Aula Magna.
Llegué temprano, para poder tener un asiento privilegiado, pero a mi
pesar, no fuí el único que pensó en eso. Mucha gente llegó antes
que yo, así que tuve que verla de pie, afuera, viendo la orquesta en
una pantalla gigante y escuchando la música a través de un gran
parlante.
Hoy, pude verla en su máxima
expresión...
Sinfonía n°9 en Re
menor, op. 125
Comienza el primer movimiento, y de
inmediato, me siento atrapado por aquella sutil melodía, incapaz por
si sola de cambiar mi estado de temperancia, y de la nada, con un
glorioso fortíssimo, me hallo en las nubes, sublime, desnudo, único.
¡Qué belleza!.
Termina el primer movimiento, y ya no
sé dónde estoy, ni qué hago, ni quien soy.
El segundo movimiento, y un sacudón
de aquellos, y un pensamiento de gratitud, a quien diera su vida, tan
solo para que alguien como yo escuchase “la gran obra”. Gracias
Ludwig.
… ¡Qué final!.
Comienza el Tercer movimiento, calmo,
como cuando se flota en el mar, como aquellos días, donde dices: si,
hoy podría morir, y feliz. ¡Qué forma de ver la vida!.
Al buscar en un diccionario, junto a
la palabra increíble, debiese aparecer una nota al pie de página,
indicando lo siguiente: “es probable, que la mayor cantidad de
veces que se ha utilizado esta palabra, sea a la salida de un
concierto del gran Beethoven”.
.. dibuja en la música una pregunta,
y llega entonces, el final del movimiento, lo que será recordado
hasta el fin de los tiempos, como “la oda a la alegría”.
.. Y con una locura, más imponente
que cualquier música antes escuchada, aparece una voz haciendo una
invitación, y un coro que acompaña tan magnífica manifestación. Y se da comienzo al cuarto movimiento...
¡Oh amigos, no en esos tonos!,
entonemos otras más agradables
y llenas de alegría ,
¡Alegría!, ¡Alegría!
- !Alegría, hermosa chispa de los dioses,
- hija del Elíseo!
- ¡Ébrios de ardor penetramos,
- diosa celeste, en tu santuario!
- Tu hechizo vuelve a unir
- lo que el mundo había separado,
- todos los hombres se vuelven hermanos
- allí donde se posa tu ala suave.
-
- Quién haya alcanzado la fortuna
- de poseer la amistad de un amigo, quien
- haya conquistado a una mujer deleitable
- una su júbilo al nuestro.
- Sí, quien pueda llamar suya aunque
- sólo sea a un alma sobre la faz de la Tierra.
- Y quien no pueda hacerlo,
- que se aleje llorando de esta hermandad.
-
- Todos los seres beben la alegría
- en el seno de la naturaleza,
- todos, los buenos y los malos,
- siguen su camino de rosas.
- Nos dio ósculos y pámpanos
- y un fiel amigo hasta la muerte.
- Al gusando se le concedió placer
- y al querubín estar ante Dios.
-
- Gozosos, como los astros que recorren
- los grandiosos espacios celestes,
- transitad, hermanos,
- por vuestro camino, alegremente,
- como el héroe hacia la victoria.
-
- ¡Abrazaos, criaturas innumerables!
- ¡Que ese beso alcance al mundo entero!
- ¡Hermanos!, sobre la bóveda estrellada
- tiene que vivir un padre amoroso.
-
- ¿No vislumbras, oh mundo, a tu creador?
- Búscalo sobre la bóveda estrellada.
- Allí, sobre las estrellas, debe vivir.
-
- Friedrich Von Schiller
-
-
Nunca antes había llorado escuchando
música, ni aplaudido tan del alma como lo hice hoy. Hoy, fuí feliz.
Quizás otro día, dedique más
palabras a quien es sabiduría, pasión y virtud. Un verdadero
maestro.
Gracias Ludwig Van Beethoven, gracias.
Prefiero esta entrada por sobre las otras
ResponderEliminarAquí me faltó mucho para lograr lo que buscaba con el escrito. Yo no quedé conforme, e indica que aún me falta mucho para plasmar al papel mis ideas y formas.
EliminarGracias por pasar por aquí, y darse el tiempo de leerme.